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martes, 29 de mayo de 2012

Quietud

¿Alguna vez os habéis sumergido bajo el agua? 


Un silencio, sepulcral casi, se impone a nuestro alrededor. Cuando emergemos, los sonidos llegan de nuevo a nuestros oídos. A veces son bien recibidos, pues un silencio tan contundente suele ser temido y respetado. Pero otras, es anhelado con ganas. Allí no hay gritos, ni llantos ni risas, no hay nada... sólo silencio, sólo paz. Hasta los pensamientos molestan, hasta ellos parecen tener un volumen excesivamente alto. Y dejas de pensar y permites que los suaves movimientos del agua mezan tu cuerpo. El mundo que te rodea ha desaparecido, sólo estás tú y el agua que te envuelve en un fresco abrazo, sin olvidar ni un sólo rincón de tu cuerpo. La velocidad de la vida se minimiza, casi se podría decir que desaparece, si no fuera porque repentinamente se sienten unas terribles ganas de respirar aire fresco. Pero volver a la superficie a veces impone, porque la vida, que parecía que se había tomado una pausa mientras estabas bajo el agua, recupera a toda velocidad su ritmo. Y nos vemos obligados a unirnos a ella, separándonos del lugar que tanta quietud ha transmitido. Pero uno no se acaba de ir del todo. No siempre se puede encontrar un lugar que te conceda una tregua de la vida.



Por Eurkálime Nâzkay

domingo, 27 de mayo de 2012

La pesadilla de Darwin


Que las especies se diferencian de otras anteriores, se  adaptan y evolucionan es algo demasiado evidente. Filósofos como Empédocles, o Anaximandro lo sabías más de 500 años antes de Cristo. Darwin lo demostró hace 150 años y los años posteriores no han servido más que para afirmarlo  . Es de una evidencia tan contundente (miles de artículos científicos, pruebas irrefutables…) que en otra situación, cualquiera que lo hubiese puesto en entredicho habría sido tratado como un tarado por amigos, familia y conocidos… Pero, la situación es otra y por desgracia en este mundo (y todos los que lo han precedido) el sentido común ni es sentido ni tan común y aún alguna gente se atreve a negar la Teoría de la Evolución, y el problema es que no son tratados como tarados, sino que son escuchados e incluso seguidos por cientos de miles de personas. Y ésto es peligroso.
Ya cuando Darwin publicó su libro “El Origen de las Especies” hace más de 150 años, aquellas voces lo tachaban de sacrílego y veían en él al mismísimo Satanás con barba. Incluso en la British Association (el foro científico de la época) se mantuvo una acalorada discusión sobre el tema que se saldó con varios insultos entre los defensores de Darwin y el Obispo Samuel Wildberforce y el desmayo de una señora (aunque existen varias versiones de los hechos que dicen que no sucedió así realmente). Lógico en aquella época en la cual aún se discutían cuestiones como el trabajo infantil o la igualdad hombre-mujer. Pero aquellas voces aún perviven, y sorprendentemente pretenden discutir un asunto más que zanjado: La evolución de las especies. Y, lo más gracioso de todo, aportando como prueba innegable la interpretación libre de un libro simbólico escrito hace unos 3000 años. Y lo intentan vender como ciencia. Si el lector aún no se ha caído de espaldas y se está revolcando por el suelo de la risa, veamos qué conjunto de incoherencias (solamente algunas, las más aceptables para que no crean que éste es un artículo de humor) nos ofrece esta gente para convencernos de que los animales y el hombre han sido creados por Dios:
-“La Evolución es sólo una teoría”  Totalmente de acuerdo. La ley de la Gravedad es sólo una teoría. La Relatividad es sólo una teoría. En ciencia una teoría es el conjunto de explicaciones más factibles para un hecho.
-“No hay pruebas evidentes de la Evolución”. Ésta es la que más me gusta. ¿Cuántas pruebas hay que demuestren que todo ha sido creado por Dios? Si alguien aportase una sola prueba sería el científico más importante de la historia. La Teoría de la Evolución está respaldada por varios siglos de investigación y los descubrimientos actuales la refuerzan.
-“El hombre no desciende del mono, somos unas criaturas especiales” Cierto, el hombre no desciende del mono, de hecho los monos y hombres actuales descendemos de otros hombres y otros monos del pasado, pero compartimos un antecesor común (como todos los seres vivos de la Tierra). También es cierto que somos criaturas especiales, en nuestro contexto. Estoy seguro de que si preguntasen a un gusano si es una criatura especial, contestaría que sí. 
- “Los sistemas naturales son tan complejos que sólo pueden haber sido creados por un diseñador”.Bueno, esto equivale a decir “Como mi I-pod es tan complejo y no he visto cómo ha sido hecho, ha sido hecho por una inteligencia superior” Los sistemas naturales son resultado de  millones de años de evolución, de millones de años de adaptaciones. Nada es irreductiblemente complejo.

Estas son sólo algunas afirmaciones de un enorme rosario de falacias con las que los llamados “anti-evolucionistas” pretenden justificar una posición retrógrada, reaccionaria y lo que es más importante: falsa. Mienten y muchos de ellos saben que mienten.
No consiste en pelear a Dios con Darwin, ni a la Biblia con El Origen de las Especies. Consiste en romper el falso conflicto entre religión y ciencia. No hay lugar a conflicto alguno porque son dos cosas distintas, abarcan dimensiones distintas del ser humano y, por desgracia, se rigen por principios distintos: las pruebas y la fé (que consiste en creer sin pruebas). Muchos creyentes ven como prueba evidente de la existencia de Dios (o dioses) el gran amor que sienten hacia ese creador. También podríamos sentir un gran amor por los unicornios y ello no significa que estos existan. Por desgracia, el amor no es válido como demostración científica, otro asunto es la cuestión espiritual, cuestión personal y muy respetable de la que no puedo ni debo opinar.
No conozco demasiado sobre Darwin, pero intuyo que en ningún momento pretendió pelearse con Dios, sencillamente pretendió ofrecer la explicación más lógica al proceso más importante de la biología: la evolución de los seres vivos. Los que crearon la pelea, el conflicto, fueron ellos, los otros, los que se niegan a buscar las respuestas para la ciencia en los laboratorios y para la fé en los libros o templos sagrados.

Marcos Vecín