Pues claro que podemos. Con vosotros o sin vosotros podemos.
Pudimos en 1789 cuándo afilamos las guillotinas para decapitar al Rey. Pudimos
en 1917 al derrocar al Zar y a toda su familia. Pudimos en 1931 después de
luchar contra el caciquismo y tener una de las constituciones más avanzadas de
Europa. Ellos saben que no hay nada más imparable que una multitud enfurecida.
Pero en nombre del pueblo vino Napoleón, vino Stalin, vino Franco. Pudimos, por
un buen rato pudimos, hasta que llegaron ellos.
A mí personalmente me repugna tanta violencia. Me
repugna la violencia de querer matar a otro. Me repugna la pobreza moral de “el
hombre es un lobo para el hombre”. No somos tan malos.
Un buen amigo me describió las acampadas en Sol y esos días
tumultuosos en España como una “epifanía”, una revelación, un descubrimiento de
la gente con la gente y para la gente. Una aversión total a la calaña política y
a su sistema podrido. Un conjunto heterogéneo de personas creyendo e intuyendo
que las cosas se podían hacer de forma distinta, “supimos que podemos” “gritamos
que podemos”. Ahora Podemos es un producto político. Una marca. Una fuerza para
refrescar el absurdo juego de la democracia representativa. ¿Y todos los que
gritaron “podemos”, todos los que acamparon en Sol (anarquistas,
anticapitalistas, extrema izquierda)? ¿Qué opinan de ésto? ¿Están decepcionados? ¿Se sienten injustamente apartados?
Supongo que eso nos tiene sin cuidado, no hay lugar en la democracia para la
lucha directa y revolucionaria. Esta revolución es cambiar un auto que gasta
gasolina y contamina por uno eléctrico, no es plantear la pregunta de si
deberíamos ir andando. ¿No es la revolución cambiar las preguntas? ¿Y si el
problema no es la respuesta?
“Ni de izquierdas ni de derechas, somos del pueblo”. En mi
opinión eso es una reverenda estupidez demagógica. No existe algo llamado “el
pueblo” puede ser que en los casos antes citados si existiese: una masa campesina
oprimida, una masa post-industrial explotada… pero actualmente “el pueblo”
tiene unos i-phones que te cagas, sus padres tienen capacidad de mantenerlos,
también es pueblo la familia que no llega a fin de mes, las minorias sociales olvidadas que estaban jodidos antes de la crisis o el yonqui de Pitis que salía
en Callejeros… “el pueblo” son personas con distintas necesidades y realidades.
Creo que no se debería promulgar una revolución “de clase” si no una revolución
solidaria del que lo perdió todo por un sistema que lleva fallando y
emparchándose desde hace años.
“Ni de izquierdas ni de derechas” ¿Qué basura es esa? SOMOS
DE IZQUIERDAS Y YA ESTÁ, si vienes de la izquierda, te asesoras con la
izquierda “Bolivariana” de Latinoamérica (cuya moral es más que discutible en
algunos casos) y defiendes valores de la izquierda ERES DE IZQUIERDA.
Personalmente me indigna el complejo de defender ideologías claras y
posicionadas. Me enfada que se agarren cosas tan importantes con papel de fumar
solo para ganarte al incauto que votó a Zapatero por el 11-M o porque creyó que
iba aplicar el socialismo nórdico. Y sí, soy de izquierda, y probablemente de
una izquierda que entre en Podemos, pero ¡joder! ¡Que no se empeñen en echarme!
Uno de los principales ataques de los partidos “alternativos”
a los mayoritarios es la incapacidad de estos de cumplir promesas electorales
utópicas que habían hecho para ganar votos. Bien, he leído las de Podemos… y
sí, se pueden hacer, pero con una auténtica revolución que no sea “descafeinada”
y, perdonadme, pero si no las cumplen son la misma basura. Si solo van a hacer
la mitad, que prometan la mitad. Por la cara que Pablo Iglesias le puso a Jordi
Évole cuando le preguntó por este tema no sé si será posible… el corazoncito del votante es frágil y un desamor
con Podemos le haría perder la fe en las excelencias de este maravilloso sistema
democrático. Los que votamos nulo desde hace años y no tenemos “derecho a
opinar” (como si nulo no fuese una opción) ya lo tenemos ganado, pero nos
cabrea que jueguen con la gente de buena voluntad.
Un día, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Méjico,
dónde hace unos veintipico años estalló una revolución zapatista a favor del
pueblo (y ellos si son “pueblo”: indígenas, rurales y campesinos) leí un cartel
que decía “Bienvenidos. Este es un municipio zapatista. Aquí el pueblo manda y
el gobierno obedece”. Que quede clarito Pablo, es probable que hora que soy
viejo, se me ablanda el corazón a ratos, y he aprendido a relativizar y no ser
cínico, te vote. Es probable que cometa el error ideológico más grande de mi
vida, pero en algunas ocasiones de máxima
desesperación puedes depositar el voto en la urna solo para ver si de
verdad todos son tan mentirosos, demagogos y estúpidos como los que ustedes
critican. Pero no Pablo, no, no eres del pueblo más que González, o Anguita…
(no pongo ejemplos de la derecha porque esos creo que no son ni de este
planeta) eres una parte del pueblo que se llaman políticos, y que nos han llevado
a dónde estamos, y ahora tú tienes en tus manos la redención. Me la sopla que
te cortes el pelo o no cuando llegues a la Moncloa, que te quites o no las
pulseritas de cuero, o que ya no compres las camisas dos por uno en el
Carrefour y te las haga un sastre de Marinaleda. Lo que no soportaría ni perdonaría bajo ningún concepto es que engañes a la gente,
que seas más de lo mismo y que haya echado mi único voto con “opción” a la
basura. Mientras, por si las cosas se ponen feas, vamos a preparar un buen
ejército: iremos afilando las otras guillotinas, encendiendo las otras antorchas
y cargando los otros fusiles. Un ejército de gente que piensa, que critica, que
no te va a quitar el ojo de encima, que marcará con tiza todas las caídas, y
que si no vales te dirá que te vayas y no vuelvas a aparecer más. Los tienes
enamorados, pero sabemos que como decía Ray Loriga “nada se parece tanto a un
presidente como otro presidente”, pero de escuchar a mi gente, verlos con
ilusión y animados, también me estás seduciendo, pero yo “te quiero como
amigo”, no esperes darme una llamada y tenerme retozando en una cama de
margaritas en un país de nubes de algodón, pásate un pelo y vamos a por ti, de
la misma manera que tú has ido a por esta gentuza, utilizando todo lo que
conocemos sobre la gente y sus ilusiones, pero tratando de no jugar con ellas, porque,
Pablo, las ilusiones de la gente es algo muy serio.
P.D: Me animaría a mandarte esta carta, pero supongo que
estarás muy ocupado en tus cosas. Además, según lo que todos me han dicho “No
votas. No tienes derecho a opinar”.
Un saludo cordial y ánimo con tu revolución, sea la que sea.
Marcos Vecín.